¡CUIDEN!
La hacienda de L. Tolstoy «Yasnaya Polyana»
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La hacienda de A. Pushkin «Mijailovskoe»
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¡CUIDEN!
La radio británica transfiere desde Moscú la noticia sobre la destrucción por los alemanes de «Yasnaya Polyana» y sobre la profanación de la tumba de Tolstoy. También es destruido el monumento a Chéjov. ¡Qué salvajada! ¡Así profanan los biznietos de Schiller y Goethe la tumba de Tolstoy! ¡Cuántos millones de años más debe girar la pobre Tierra para que sea eliminado el salvajismo humano!
Todo salvajismo es inadmisible. Recordemos las dolorosas líneas que escribía M. Shaguinian en "las Noticias", sobre la destrucción de la hacienda de Lérmontov y sobre la profanación de su tumba. ¿Por quién? ¡Sí, por los suyos mismos! Recordemos cómo el regimiento Bashkir trataba de proteger la herencia de Pushkin. ¿Y de quien? ¡Sí, de los suyos, de los rusos! ¡ Qué desgracia! Przhevalsky escribía: «Yo buscaba al ser humano salvaje en el Asia Central, y lo encontré en la propia provincia de Smolensk». Esto debe acabar.
La Catedral de Notre-Dame de Reims
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Cuando los alemanes destruyeron la Catedral de Notre-Dame de Reims y quemaron la biblioteca de Louvain, estos actos vandálicos causaron indignación universal. Nuestro amigo Armand Dajo publicó un estupendo «obituary» de las destrucciones bárbaras. Lo que es malo es malo, y no puede ser justificado. Fue mala la destrucción de Ypres. Fue mala la destrucción del Monasterio de Simón, siendo el Preceptor del pueblo ruso San Sergio de Radonezh. Fue mala la destrucción de la Catedral de Cristo Salvador, el monumento de la Guerra nacional de 1812. Fue mala la destrucción de la Catedral ortodoxa en Varsovia. ¡Quién sabe todo lo malo que ha ocurrido sobre la faz de la tierra! No debe repetirse.
El pueblo ruso como heredero de un futuro glorioso, debe ser el principal defensor de la Cultura. La caballería napoleónica reposaba los caballos en los templos de Moscú, ¡qué vergüenza! En la mezquita del Cairo mostraban con indignación el grabado napoleónico incrustado profundamente en la pared. Aún hoy día, lo recuerdan con indignación. Si se destruye el Museo de la Academia de Bellas Artes tanto por el vándalo ruso Maslov, como por el alemán von Shmutz, ambos serían igualmente unos salvajes.
Ahora glorifican en Rusia a los héroes del pueblo. Pero han de recordar que el verdadero héroe es también el defensor de la Cultura. Ni Suvórov, ni Kutuzov permitían las bárbaras destrucciones. ¡Es grande el futuro luminoso del pueblo Ruso, el gran vencedor!
17 de diciembre de 1941.
N.K. Roerich. Las hojas del diario. M.: ICR, 1995. T.2.
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